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CONSONANTES
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s̪̬ t d͡ʒ t͡ʃ ʃ
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Fonética

Progreso Tópico:

› Ejercicio detonador

Escucha con atención la siguiente pieza:

Video original tomado de aquí

Duetto buffo di due gatti de Gioacchino Rossini, también conocida como Sinfonía del gato, es interpretada por el coro de niños Les Petits Chanteurs a la Croix de Bois. Se trata de una singular composición musical para piano. Rossini, como lo manifiesta en muchas de sus óperas, tenía un gran sentido del humor. Este cómico y famoso “Dúo de los gatos” solamente repite un sonido con el que comunica la escena. Se dice que Rossini compuso esta pequeña pieza remembranza de dos gatos que todos los días llegaban a la ventana de su casa de Padua.

Responde las siguientes preguntas:

a) ¿Cuál es el sonido central de este dueto?

b) ¿Qué variaciones escuchas entre los dos gatos?

c) ¿A qué crees que se deba que haya un coro si los personajes centrales son dos gatos?

d- ¿Por qué consideras que el público se ríe en algunos maullidos más que en otros?

e- ¿Podrías explicar en qué consiste el sentido del humor en esta pieza?

Distinguiendo fonética y fonología.

A lo largo del tiempo, los estudiosos de los sonidos han tratado de establecer una diferencia explícita entre‘fonética’ y ‘fonología’. Saussure, en su Cours de linguistique général hace una alusión imprecisa sobre el tema. Sin embargo, su preocupación principal estaba enfocada en distinguir el estudio descriptivo y el estudio histórico de los sonidos. Saussure estableció la diferencia delimitando los principios de diacronía y sincronía. Así distinguió “fonología como el estudio estático (sincrónico) o descriptivo de los sonidos, y fonética como el estudio histórico (diacrónico) de los mismos”. Varios de los lingüistas del Círculo de Praga, entre ellos Jakobson y, principalmente, el propio Trubetzkoy, establecieron de manera clara la separación de estas disciplinas, al colocar la diferencia entre ellas en otra de las dicotomías de Saussure, es decir, la que divide lengua y habla: la distinción entre los actos de palabra (la parole, el “habla”) y la forma lingüística (la langue, la “lengua”). Entonces, la diferencia consiste en separar el sistema abstracto de la lengua, los actos concretos e irrepetibles de comunicación (habla), mismos que representan la realización de dicho sistema. De esta manera, los ‘sonidos del habla’ corresponden a fenómenos físicos, mientras que los ‘sonidos de la lengua’ a unidades funcionales y distribucionales. Por ello, el estudio de los sonidos ha sido siempre una parte importante de la lingüística pretendidamente separada de la semántica. Esta ciencia de los sonidos implica dos direcciones, una que se ocupa del acto de palabra y la otra del sistema de la lengua. La ciencia de los sonidos del habla, la fonética, se refiere a los fenómenos físicos concretos y se sirve de los métodos de las ciencias naturales. Por el contrario, la ciencia de los sonidos de la lengua, la fonología, emplea métodos esencialmente lingüísticos para el análisis de los sonidos en abstracto.

Fonética

 La Fonética estudia los sonidos como emisiones físicas y fisiológicas. Se preocupa por comprender la manera como se pronuncian y se distinguen unos sonidos de otros. Es, en rigor, la ciencia del plano material de los sonidos del lenguaje humano. Analiza la sustancia del significante, los sonidos usados en el lenguaje. Es decir, la fonética opera con hechos materiales y concretos. En términos saussureanos podemos decir que es la ciencia que estudia los sonidos del habla, su realización. Por eso su producción se vincula estrechamente con el ciclo de la comunicación. Nace en el hablante para llamar al oyente y el sonido se transmite por medio del aire.

 

Ramas de la fonética

 

En este proceso el hablante articula sonidos gracias a los órganos articulatorios. En el cerebro se realiza un proceso de codificación de signos sonoros. El hablante emite los sonidos, que se transmiten a través de ondas sonoras. Actualmente, se pueden estudiar y analizar estas ondas a través de espectogramas que las registran. Finalmente, el oyente puede percibir estos signos sonoros para decodificarlos e interpretarlos gracias al sistema auditivo y las terminales nerviosas del cerebro.

Tomando en cuenta este proceso, se determinan tres áreas de estudio en la fonética: fonética articulatoria, fonética acústica y fonética perceptiva o auditiva. Su unidad de estudio es el alófono, que es una variante del fonema.

La fonética articulatoria se centra en el análisis del sonido a partir de altura, lugar y modo de articulación de los sonidos. Clasifica los sonidos en función de los órganos infraglóticos y supraglóticos que participan en su fonación.

Los órganos infraglóticos: a) los órganos respiratorios (diafragma, pulmones, bronquios y tráquea), b) los órganos de la cavidad laríngea, llamanos órganos fonadores (cartílagos, ricoides, tiroides y los dos aritenoidaes). La actividad o pasividad de las cuerdas vocales determina la primera clasificación. La acción de las cuerdas vocales produce sonidos sonoros, y su reposo genera sonidos sordos. Prueba de ello es que si pronunciamos sonidos como b, d, sentimos la vibracion en los labios. No sucede lo mismo cuando pronunciamos sonidos como p o t.

Los órganos supraglóticos: La columna de aire llega hasta la faringe para ser expulsada finalmente por la boca donde produce sonidos orales, por la nariz, sonidos nasales, o cuando es expulsada parcialmente por boca y nariz, sonidos oronasales. La actividad de los órganos de la cavidad bucal permite una primera distinción entre vocales y consonantes. En la emisión de las vocales ningún elemento (labios, dientes, alveolos, paladar o velo del paladar) obstruye o impide la emisión del sonidos. Por el contrario, todas las consonantes presentan algún grado de obstrucción. Las oclusivas cierran la salida de la columna de aire para dejarla salir después (por ejemplo, en sonidos como /p/, /b/, /d/); las fricativas o constrictivas reducen la salida de la columna de aire sin cerrarla plenamente, como en el caso de los sonidos /s/ y /f/; o bien, las africadas cumplen los dos procesos: obstruyen totalmente y después dejan salir la columna de aire lentamente (en español, el único caso es el sonido “ch”). Como veremos más adelante cada uno de estos modos fónicos se clasificará en relación con los órganos supraglóticos que participan en su fonación; por ejemplo, diremos que son bilabiales /p/, /b/ y /m/, dentales /t/ y /d/, o labiodentales /f/. La onda sonora es el espacio que media entre la producción y la recepción de los sonidos.

 

 

La fonética acústica estudia las propiedades físicas de la onda sonora. Ésta es el espacio que media entre la producción y la recepción de los sonidos. El desarrollo de nuevas tecnologías ha permitido analizar la estructura y composición de estas ondas sonoras (simples o compuestas, periódicas o asimétricas) en espectogramas que fragmentan los elementos que constituyen estas ondas, llamados formantes. Su recorrido tiene cinco fases: productora o fuente (en alguna fuente se produce el movimiento vibratorio), radiación (el movimiento llega al cuerpo transmisor), propagación (el cuerpo transmisor, en este caso el aire, difunde el movimiento), recepción (el sonido llega al oído y acciona sobre los nervios auditivos para llegar al cerebro) y percepción (el oyente identifica e interpreta estas sensaciones). El movimiento vibratorio ejerce presión sobre las partículas del aire que primero se comprimen y después, cuando la presión desaparece, se contraen. Esto produce dos efectos: compresión y rarefacción. De esta manera se transmite el movimiento vibratorio en el aire hasta producir la percepción del sonido en el oído receptor. Cabe señalar aquí que el oído receptor puede ser el del oyente o el del mismo hablante, que puede escuchar sus propias emisiones sonoras.

Tradicionalmente se ha ejemplificado el movimiento de las ondas sonoras con la vibración de un diapasón y el recorrido de la onda sonora con el rastro del movimiento de un péndulo. Si consideramos que el eje del péndulo está en reposo y que el movimiento de la vibración lo activa, podemos observar que el impulso lo lleva de un extremo a otro. El recorrido del péndulo constituye un ciclo y el tiempo en el que se cumple cada ciclo se conoce como periodo de vibración, el cual determina la frecuencia del recorrido de la onda sonora. Se considera que el segundo es la unidad mínima de tiempo. Debemos aclarar que, cuando el periodo es menor, la frecuencia es mayor, y a la inversa. Las distancias extremas que recorre el péndulo indican la amplitud y permiten medir la fuerza de la onda sonora. Este recorrido oscilatorio genera una onda sinusoidal cuyos periodos (longitud de onda) varían en herzios. El resonador recibe estas emisiones, ondas sonoras compuestas, las pasa por un filtro acústico. Estas ondas, descompuestas en un espectograma, nos permiten estudiar la producción de los sonidos desde el punto de vista acústico, complementando, significativamente, las aportaciones de la fonética acústica.

 

El diapasón


El péndulo

La fonética perceptiva o auditiva atiende a la manera de recibir e interpretar los sonidos. Se interesa por conocer la trayectoria de la onda sonora cuyos impulsos eléctricos, al llegar al oído, se transmiten al cerebro, donde el escucha los interpreta. El oído tiene tres regiones distintivas: el oído externo, el oído medio y el oído interno.

  1. El pabellón auricular del oído externo recibe la onda acústica, el conducto auditivo externo cumple las funciones del resonador y modela los sonidos extremos.
  2. En el oído medio se localiza el tímpano, rodeado de una cámara de aire que facilita su vibración, y cuyos huesecillos (martillo, yunque y estribo) amplifican el sonido.
  3. En el oído interno se distinguen tres secciones: vestíbulo, conductos semicirculares y la cóclea o caracol. Esta última se encuentra cubierta de un líquido (o perilinfa). En la parte inferior de la cóclea se encuentran las células ciliadas, que son receptores sensoriales de la onda sonora.

La percepción sonora distingue dos aspectos centrales: físicos y psicológicos. Los físicos miden: cantidad, intensidad, frecuencia del armónico fundamental y estructuras formánticas de las ondas sonoras. Estos parámetros pueden ser mesurables con el desarrollo de las nuevas tecnologías y los espectogramas. Los valores psicológicos son subjetivos: duración (persistencia del sonido), sonoridad (intensidad subjetiva), tono (percepción de la altura tonal) y timbre (cualidad del sonido).

Los límites de la percepción del sonido oscilan entre los veinte y los veinte mil ciclos por segundo (cps). Los sonidos por encima (ultrasonidos) y los sonidos por abajo (infrasonidos) son inaudibles para los seres humanos. Los sonidos que exceden este campo de audición pertenecen al umbral del dolor.

La impresión auditiva del tono (tonía o altura tonal) puede apreciarse en las llamadas lenguas tonales y en la curva melódica de la emisión sonora. La intensidad de los sonidos hace referencia a los valores de sonoridad. Y la agudeza auditiva radica en los umbrales de intensidad absolutos y diferenciados. El timbre depende de las condiciones físicas de la estructura de los armónicos que permite identificar sonidos agudos o graves para asociarlos con género, edad, funciones comunicativas y características culturales.

 

Algo de historia…

La fonética articulatoria ha sido estudiada desde tiempos remotos. Panini (II a. C.), gramático hindú, escribió su Gramática para describir “el sánscrito védico” y preservar la lengua, probablemente para conservar su pureza y delimitar su evolución. En oposición, el prácrito era la lengua ordinaria que los hablantes usaban sin cuidado en su vida cotidiana. Esta preocupación lo llevó a normar los sonidos del sánscrito. Esta tendencia se repite en la historia de la lingüística (por ejemplo, la diferencia entre el latín clásico y el vulgar). Actualmente pretende seguir distinguiendo entre normas cultas y no cultas. Esta preocupación llevó a que los fonetistas atendieran, privilegiadamente, la fonética articulatoria. A estas inquietudes se sumaron la ortografía, la enseñanza de las lenguas extranjeras y la enseñanza del habla a sordos. Más tarde, el desarrollo de la tecnología posibilitó el estudio científico de la fonética acústica que, en las últimas décadas, ha tenido un vertiginoso desarrollo. Finalmente, la fonética perceptiva, la menos estudiada de las tres, ha empezado a cobrar importancia.

Matthias, autor del tratado De Litteris (1586), ha sido considerado como el primer fonetista del mundo moderno.

Wallis (1653), matemático inglés y profesor de habla para sordo, clasificó las vocales atendiendo a la mayor o menor apertura bucal al momento de emitir los sonidos.

 

Hellwag (1871) creó el triángulo vocálico que seguimos usando hasta la fecha.

Triángulo de Hellwag

Jean Pierre Rousselot publicó hacia 1908 sus Principios de fonética experimental, iniciando el estudio sistemático de la fonética.

 

Jean Baudouin de Courtenay (1825) postuló, por primera vez, la teoría del fonema, que ampliaría Saussure.

Tomás Navarro Tomás, en su Manual de pronunciación española (1918), desarrolla la fonética descriptiva y articulatoria, sentando los fundamentos centrales para su estudio en el español. Su discípulo, Samuel Gili y Gaya, en Elementos de la fonética general (1961), profundiza en el área. En España, siguiendo este enfoque estructuralista, Emilio Alarcos Llorach publica en 1969 Fonología española.

Antonio Quilis, que había colaborado con el fonetista Bertil Malmberg, desarrolla el análisis acústico de la fonética en su libro Fonética y fonología españolas en 1963.

La tradición oral se enriqueció con las aportaciones de Bloomfield, Language (1933) y Sapir-Whorf (1921).

 

Roman Jakobson, fundador del Círculo de Praga, desarrolló la teoría de las carácterísticas universales en todos los sistemas fonémicos. En este grupo, Nikolai Trubetzkoy escribe su libro Principios de fonología; esta obra póstuma fue publicada en 1939 por Jakobson y es, hasta la fecha, un referente obligado. Daniel Jones (1950) agregará después las nociones de ‘sonido concreto’ y ‘sonido abstracto’. Firth (1948) introduce el Análisis prosódico o fonología prosódica. Esta dimensión sintagmética (sintagma métrico-prosódico) complementa los trabajos de fonología de Praga y el descriptivismo norteamericano. La propuesta generativista de Chomsky reacciona frente al descriptivismo. Su modelo de 1957 implica ya conceptos morfofonológicos y en The Sound Pattern of English (1968) Chomsky y Halle desarrollan la fonología generativa.

La evolución de las nuevas tecnologías se inicia con el fonógrafo y el gramófono; estos abuelos del espectógrafo eran placas con un estilete que registraba las vibraciones del sonido en un cilindro y, posteriormente, en un disco de material blando. Estos quimógrafos apoyaron en sus tareas de investigación a los primeros fonetistas. Los oscilógrafos registraban el movimiento ondulatorio de la onda sonora de manera lineal. La llegada del espectógrafo permitió descomponer la onda sonora compleja en formantes gracias al sistema de filtros que genera espectogramas, lectores de la voz humana. Desde los primeros fonógrafos de Edison hasta los novedosos sistemas y programas de análisis de voz, como PRAAT o BioMet Fore, la ciencia de los sonidos ha tenido una evolución vertiginosa.

El fonógrafo

 

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Fonética

J. Gil Fernández. (2016). Fonética. En Enciclopedia de lingüística hispánica, vol. 1. Londres-Nueva York: Routledge, pp. 64-80. 

1.    Definición y delimitación de la disciplina

Quizá la definición más breve que puede darse sobre la disciplina que se conoce con el término de fonética sea la que la hace equivaler con el estudio científico de los sonidos del habla. Es importante no obviar este último complemento, del habla, puesto que la fonética no se ocupa de todos los sonidos en general —tarea esta reservada a la rama de la física denominada acústica—, sino solo de aquellos sonidos a través de los cuales los seres humanos nos comunicamos.

El acercamiento al fenómeno del habla requiere un enfoque pluridisciplinar, de modo que conviene también subrayar que la fonética, además de vincularse con la lingüística, se asocia a un área de estudio más vasta, denominada con el término Ciencias del Habla, en la que se inscriben también otras materias lingüísticas cercanas, como la fonología, y en cuyo interior a menudo los límites son borrosos y las fronteras entre las disciplinas permeables. Dos son los procesos generales de gran alcance que este conglomerado de enfoques trata de aclarar: el de la producción del habla y el de la audición y percepción del habla. De ambos, por ende, se ocupa la fonética.

No obstante todo lo anterior, la distinción más importante, la más básica, la más tradicional y la más necesaria desde el punto de vista expositivo, es sin duda la que, en el marco de la fonética general, se establece entre las cuestiones referidas a la fonética articulatoria (que estudia los órganos del habla y el modo en que los hablantes se sirven de ellos para emitir sus mensajes), las concernientes a la fonética acústica (que analiza las características físicas de los sonidos transmitidos desde el emisor al receptor del mensaje) y las que atañen a la fonética perceptiva (que investiga el modo en el que los oyentes perciben los sonidos del habla y decodifican la información que conllevan). En cualquier caso, todas las diferenciaciones y clasificaciones mencionadas, tan útiles metodológicamente, no deben hacer olvidar, sin embargo, que el fenómeno del habla es el resultado de un proceso unitario, cuyas diferentes fases están estrechamente interrelacionadas y se condicionan mutuamente, como se expondrá también más adelante.

Sean cuales sean los aspectos que tratemos, articulatorios, acústicos o perceptivos, nuestro enfoque del estudio en cuestión puede ser, como sucede en las otras ciencias, teórico o meramente descriptivo. Así, por ejemplo, puede hablarse de una fonética descriptiva del español, que se ocupa de describir cómo son los sonidos de esta lengua desde cualquiera de los puntos de vista arriba señalados, o desde los tres. Lo puede hacer, además, poniendo en relación al español con otros idiomas, para precisar lo que comparte con ellos y en lo que diverge, y en ese caso la descripción será de tipo contrastivo. Si, por otra parte, a lo que se aspira es a encontrar las causas de que existan, en español o en cualquier otra lengua, unos determinados sonidos y no otros, y a establecer las relaciones que mantienen todos ellos entre sí y las pautas a las que se ajusta su adquisición y su evolución, entramos de lleno en el terreno de la teoría fonética. En realidad, estos dos enfoques no tienen por qué excluirse mutuamente. Cualquier estudio que pretenda formular el modelo teórico explicativo de los hechos observados tiene que contar, en primer lugar, con una buena descripción de tales hechos.

Tanto los análisis puramente descriptivos como los que conllevan un sustento teórico definido pueden, asimismo, realizarse desde un punto de vista sincrónico o diacrónico: es posible describir y explicar la conformación fonética del español, por ejemplo, en un momento dado de la historia (el actual o cualquier otro), y también es posible describir y explicar su evolución a lo largo del tiempo.

En resumen, los contenidos de los que se ocupa la fonética son abordables desde diversos ángulos en función de cuál sea la finalidad que guíe el estudio en cuestión.

Los resultados de la investigación en cualquiera de las ramas de la fonética son susceptibles de aplicación en muchos campos científicos. Así, en el área de las tecnologías del habla, los diversos parámetros fonéticos informan el desarrollo de sistemas automáticos que permiten la interacción oral entre las personas y los dispositivos computacionales. Para llevar a cabo la caracterización de una voz o la comparación de varias con propósitos legales, se precisa de los procedimientos y los hallazgos realizados por la fonética judicial o forense. En la enseñanza de la lecto-escritura de la lengua materna y en la de la pronunciación de las lenguas extranjeras resulta indispensable que el docente posea sólidos conocimientos de fonética general, con un enfoque descriptivo, en el caso de los profesores de L1, y fundamentalmente contrastivo, en el caso de los de L2. Por último, en ciertos ámbitos de las ciencias de la salud dedicados al tratamiento de las alteraciones de la voz, del habla o de la audición (foniatría, logopedia, audiología. . .) es imprescindible la fundamentación fonética de los diversos procedimientos aplicados.

2.   Las unidades y los métodos de la fonética

 2.1.   Unidades de la fonética

Puesto que, como ya se ha expuesto, la fonética estudia los sonidos del habla, estos constituyen,lógicamente, las unidades fundamentales de la disciplina, integrantes del denominado nivel segmental: los sonidos son segmentos resultantes del proceso de fragmentación o segmentación de la secuencia fónica, que el fonetista realiza a partir de fundamentos fonéticos y, llegado el caso, recurriendo también a consideraciones fonológicas. Considérese, por ejemplo, la palabra española tus. Cualquier hispanohablante distinguirá en ella tres elementos, representados convencionalmente como [t], [u] y [s]; en primer lugar, porque conoce su lengua y sabe que estos fragmentos de sonido pueden aislarse e incluso intercambiarse por otros (sus, tos, tul), y, en segundo lugar, porque durante la pronunciación del vocablo tus se producen cambios especialmente significativos en la articulación, que implican propiedades acústicas diferentes y entrañan distintas percepciones. El fonetista se interesa precisamente por esta serie de parámetros articulatorios, acústicos y perceptivos, extraíbles del propio decurso, que le permiten segmentar el continuo en sus unidades constituyentes, mediante un proceso que no siempre es fácil, como se explicará más adelante, en el § 5.

Los segmentos derivados de este análisis se representan gráficamente siempre entre corchetes: [t], [p], [a], etc., para distinguirlos inequívocamente de las letras (o grafemas o grafías): así, las letras <qu> y <c> de, respectivamente, quiero y casa se corresponden con un único sonido o segmento fónico: [k].

Los sonidos individuales no son, por otra parte, los únicos elementos que constituyen el objeto de estudio de la fonética. El habla presenta propiedades que sobrepasan los límites de los segmentos y se extienden por fragmentos de la secuencia más amplios, ya sean sílabas o ya sean enunciados u oraciones. Se trata de fenómenos como el de la entonación, el del ritmo y el de la acentuación, tradicionalmente calificados también con el adjetivo prosódicos, e integrantes del nivel suprasegmental del decurso fónico. La entonación es la melodía con la que se emite un enunciado, conformada básicamente a partir de las variaciones que a lo largo de él experimenta la frecuencia fundamental ( f0 ) de la onda glotal (véase § 3); el ritmo es una sensación perceptiva producida por la recurrencia de ciertos elementos fónicos —las sílabas, por ejemplo— a intervalos regulares o cuasi regulares de tiempo; finalmente, la acentuación o realce de una sílaba sobre las demás se deriva —por lo que se refiere al español, no todas las lenguas funcionan igual a este respecto— de un cambio en la frecuencia fundamental combinado con alguna variación o bien en la intensidad o bien en la duración.

2.2.   El método experimental

Los estudios de fonética, en cualquiera de sus facetas —articulatoria, acústica o perceptiva— se realizan habitualmente a partir de una metodología de tipo experimental, lo que implica, en primer lugar, que se emplean en ellos experimentos cuyo diseño se ajusta a una serie de pautas bien definidas, comunes con las que se aplican en otras ciencias, y, en segundo lugar, que para llevarlos a cabo por lo general se requieren determinados instrumentos y herramientas, vinculados en su mayoría, aunque no todos necesariamente, a la existencia de un laboratorio o centro de investigación dotado de la infraestructura necesaria. En el esquema de la Figura 1 se representan los distintos pasos que conlleva el método experimental: cada una de sus etapas entraña dos fases sucesivas, la segunda de las cuales (en la casilla blanca en la figura) es la consecuencia o el desarrollo natural de la primera (en la casilla gris en la figura).

A lo largo de las décadas, los fonetistas se han servido de distintos instrumentos para llevar a cabo sus experimentos, desde el antiguo quimógrafo hasta el moderno articulógrafo electromagnético-EMMA, pasando por el laringógrafo y el sonógrafo, por citar quizá los más conocidos. Con todo, el cambio más decisivo que se ha producido en años recientes con respecto a las técnicas de análisis instrumental ha sido, sin duda, la aparición de programas informáticos de acceso libre en red, al alcance por tanto de cualquier persona interesada en el campo y que han posibilitado que la investigación de ciertos fenómenos no haya de requerir inexcusablemente unos equipos e instalaciones de coste elevadísimo. De todos estos programas el más difundido y el más empleado en la actualidad es el denominado PRAAT, diseñado en la Universidad de Amsterdam por Paul Boersma y David Weenink.

 

Figura 1 Representación de los pasos seguidos en el método experimental

3.   El proceso del habla

Considérense las Figuras 2, 3 y 4. En la primera de ellas se muestra la sección longitudinal del aparato fono-articulatorio humano, y se puede apreciar cómo las cavidades que lo integran se pueden agrupar en tres secciones que toman como punto de referencia la laringe, más en concreto, la glotis, que es el espacio triangular existente entre las cuerdas o pliegues vocales alojados en ella: todas las cavidades y órganos ubicados por debajo de la laringe constituyen la sección infraglótica del aparato fono-articulatorio (tráquea, bronquios, pulmones, diafragma); todos los situados por encima de la laringe reciben el adjetivo de supraglóticos (cavidad faríngea, cavidad nasal, cavidad oral, e incluso alguna otra cavidad adicional y transitoria como la que pueden formar los labios al redondearse y abocinarse); finalmente, la laringe en sí, en cuanto que alberga la glotis, recibe la denominación de cavidad glótica. En la Figura 3, por otra parte, se presenta un dibujo del tracto vocal, es decir, de las cavidades supraglóticas, con sus zonas delimitadas. Finalmente, en la Figura 4 se reproduce una imagen del oído, también con sus distintas partes especificadas.

Figura 2 Aparato fono-articulatorio humano (Ilustración: José Blanco Perales)

 


Figura 3
Esquema del tracto vocal

 

Figura 4 Anatomía del oído [imagen reproducida con permiso de la Clínica de la Universidad de Navarra]

 

Teniendo presentes, así pues, las características anatómicas y el emplazamiento de los órganos que intervienen en el proceso de producción y audición/percepción del habla, puede entenderse fácilmente cómo se desarrolla todo él. Sirvan como ejemplo los casos de la vocal [a] y de la consonante [b] del español.

Para pronunciar una [a], empleamos el flujo de aire procedente de los pulmones a medida que sale al exterior durante la espiración: se trata, por tanto, de un sonido pulmonar y egresivo, como lo son el resto de los sonidos que constituyen el inventario del español estándar. Cuando ese flujo de aire llega a la altura de los pliegues vocales, en la laringe, los encuentra cerrados, es decir, en contacto el uno con el otro. Ello provoca que aumente la presión de la corriente de aire, que se detiene y se acumula en ese punto, y, cuando este incremento es lo suficientemente elevado como para vencer la resistencia de los músculos que mantienen cerradas a las cuerdas, estas se abren y dejan pasar una cierta cantidad de aire a gran velocidad. De inmediato, debido a la acción de un factor aerodinámico denominado efecto Bernoulli, los pliegues vocales vuelven a cerrarse, y el proceso comienza de nuevo. La vibración producida de este modo en las cuerdas genera una onda acústica, el tono laríngeo, que es compleja porque está compuesta, a su vez, por un cierto número de ondas o armónicos que abarcan un amplio rango de frecuencias. El tono laríngeo presenta una frecuencia fundamental que puede ser mayor o menor dependiendo del número de veces que se repita el ciclo vibratorio en la unidad de tiempo considerada, normalmente el segundo. Un tono de alrededor de 120 hercios (o, lo que es igual, de 120 ciclos por segundo) es más propio de una voz masculina; un tono de, por ejemplo, 220 Hz resulta más frecuente en las voces femeninas, que son más altas o agudas.

Los hechos descritos, que tienen lugar en la laringe, constituyen a grandes rasgos el fenómeno conocido con el nombre de fonación, que supone una fuente, un origen de sonido para todos los segmentos sonoros, como lo es la [a] y el resto de las vocales, por ejemplo (véase § 3). No obstante, este tipo de fuente ni interviene en la producción de todos los sonidos ni es la única fuente posible, como se explicará más adelante.

Una vez que ha tenido lugar la fonación necesaria para pronunciar una [a], el flujo de aire egresivo, ya en vibración, continúa su camino hacia las cavidades supraglóticas. Estas adoptan para los diversos sonidos una configuración distinta —que depende, lógicamente, de los movimientos que en cada caso se realizan con los órganos articulatorios— y actúan como cajas de resonancia del tono laríngeo; son, por ende, resonadores o filtros acústicos. Tomando siempre como ejemplo la vocal [a], podría decirse que su caja de resonancia (es decir, la constituida por la cavidad oral indivisa, con las mandíbulas abiertas y la lengua alejada del velo del paladar, extendida en el hueco de la mandíbula inferior) conforma un filtro acústico que va a amplificar determinados grupos de armónicos (normalmente, los que tengan una frecuencia de entre 500 y 1100 Hz, y de entre 1200 y 1500 Hz) y, por el contrario, va a eliminar o amortiguar otros, en lo que se conoce también como función de transferencia (de filtrado). Los grupos de armónicos que se ven reforzados se denominan, en fonética, formantes. Si, en lugar de una [a], nuestro ejemplo fuera una [e], los componentes de la onda glotal reforzados y debilitados serían otros, porque los resonadores tendrían otra configuración y responderían de distinto modo a las diversas frecuencias que les llegan. Esa es la razón última, precisamente, de que se produzcan y percibamos sonidos diferentes: la acción conjunta de una fuente —en los ejemplos mencionados hasta ahora, la fuente glotal— y un filtro —las cajas de resonancia constituidas para cada sonido por las cavidades supraglóticas–.

En el caso de la consonante [b], y puesto que es también un sonido sonoro, la fuente glotal actúa del mismo modo: al igual que en la [a], existe vibración de las cuerdas vocales y a las cavidades supraglóticas llega también el tono laríngeo. Sin embargo, dado que se trata de una consonante y no de una vocal, la corriente de aire encuentra en algún punto del tracto vocal un obstáculo, creado,concretamente en la [b], por una oclusión, el cierre de los labios. Cuando, por la presión del flujo detenido tras ellos, ese cierre se deshace bruscamente, se produce un ruido de explosión, momentáneo o transitorio. Puede afirmarse, entonces, que en la [b], como oclusiva que es, se combinan dos fuentes de sonido: la fuente glotal y una fuente de ruido transitorio, la correspondiente a la disolución de su oclusión.

En otras consonantes, que no son sonoras, sino sordas, no actúa la fuente glotal. La [p], por ejemplo, es también labial como la [b], pero en ella solo actúa la fuente de ruido transitorio. Por otra parte, si el obstáculo, en lugar de ser un cierre total, fuera un mero estrechamiento del tracto vocal, como sucede en la consonante sorda [s], el roce o fricción del flujo de aire al pasar por esa constricción constituiría la única fuente de sonido de la consonante, denominada por ello fricativa. En todo caso, la función de los resonadores seguirá siendo siempre la misma: amortiguar o amplificar determinados componentes. Es decir, hay resonancia sea cual sea el tipo de fuente que origina el sonido. En la Tabla I de más abajo se resumen todas las posibilidades a las que se viene haciendo mención.

El resultado de la acción conjunta de la fuente o fuentes que generan el sonido y de los filtros o resonadores que lo modulan es una onda que alcanza nuestros oídos. En ellos empieza el proceso de audición, que culmina en el cerebro, en donde se produce un complicadísimo tratamiento de la información cuyo resultado es la percepción de lo que escuchamos.

La onda correspondiente a la [a] o a la [b] llegaría, por tanto, al conducto auditivo externo (un nuevo resonador, en realidad) y de ahí a la membrana timpánica o tímpano, que entra en vibración cuando le alcanzan las variaciones de presión que toda onda sonora conlleva. Sus oscilaciones en ambos sentidos se transmiten a la cadena de huesecillos que conecta con el oído interno y que transmite, a su vez, las vibraciones aéreas al líquido perilinfático del interior del caracol o conducto coclear, de manera que las ondas que hasta ese punto eran aéreas pasan a ser líquidas. La perilinfa, al vibrar, también transmite su oscilación a la membrana basilar, cuya importancia reside en que es el soporte del órgano de Corti, el conversor de la energía mecánica en energía eléctrica: las oscilaciones se transforman ahora en impulsos u ondas electroquímicas, que finalmente llegan al cerebro a través del nervio auditivo.

A partir de este momento, se desarrolla el proceso de percepción del habla, que es posible merced a la capacidad que los seres humanos poseen para segmentar y decodificar el continuo fónico reduciendo la variabilidad a la invariabilidad, o lo que es igual, asociando en categorías invariantes estímulos sonoros que son, tanto articulatoria como acústicamente, muy variables. Retomando el ejemplo de la vocal [a], cualquier oyente hispanohablante identificará como tal vocal tanto la [a] que aparece en palo, como la que se articula en manto, así como cualquier otra que escuche en un contexto diferente, y lo hará con independencia de que las pronuncien un niño, una mujer adulta, un anciano u otro hablante cualquiera. Debido a las divergencias asociadas con el contexto, con el locutor, con el estilo de habla, etc., todas esas realizaciones se diferenciarán entre sí, lógicamente, en diversos rasgos acústicos y articulatorios, de los cuales, sin embargo, el oyente hará abstracción al percibirlas. Esto es, precisamente, lo que hace posible la comunicación humana.

Tabla I Las distintas fuentes de sonido que intervienen en los diversos tipos de segmentos:

4.    La clasificación articulatoria de los sonidos

Los sonidos, que también admiten la denominación de fonos, se han dividido tradicionalmente en vocales y consonantes. Ambos conceptos se asocian con un conjunto de propiedades articulatorias, acústicas, perceptivas y funcionales que permiten establecer una división entre ellos, como se resume en la Tabla II de la página siguiente. Si bien la mayor parte de los argumentos que se han aportado a lo largo de los años para justificar esta dicotomía, sintetizados en la tabla, han sido objeto de intenso debate, porque la frontera entre los dos tipos de sonidos no es en todos los casos tan nítida como cabría pensar, lo cierto es que en el ámbito de la disciplina se sigue aceptando esta primera gran división tradicional, aun conociendo los problemas que plantea si se examina con todo rigor.

Además, desde el punto de vista articulatorio, es posible clasificar las vocales en diversos tipos, según se muestra en la Tabla III, en tanto que las consonantes admiten las distinciones recogidas en la Tabla IV, ambas en la página 73–74. En ambas tablas se mencionan únicamente los parámetros relevantes para el español estándar, pero debe tenerse en cuenta que, en las diversas variedades y en los distintos contextos y estilos de habla del español, pueden documentarse de hecho otros sonidos, vocálicos o consonánticos, que harían precisos criterios clasificatorios y descriptivos adicionales, más exhaustivos: vocales ensordecidas o centralizadas, también vocales nasalizadas; consonantes uvulares o glotales, etc.

Conviene precisar que las propiedades fono-articulatorias de las consonantes a menudo cambian en función del contexto en el que estas se ubican en la secuencia fónica. Así, por ejemplo, una consonante que es sorda, como la [s] intervocálica, se sonoriza cuando va situada ante otra consonante sonora, y una consonante alveolar, como lo es la [n] cuando va entre vocales, se puede velarizar, cuando va ante una consonante velar, o palatalizar ante una palatal.

5.   El análisis articulatorio de los sonidos del habla

Según se acaba de exponer, los sonidos del habla, intervenga o no la fuente glotal en ellos, se generan mediante una serie de movimientos articulatorios, que conforman resonadores de distintas dimensiones y configuración en cada caso y, en consecuencia, originan resultados acústicos también diversos. Es evidente, pues, que en fonética la producción de los sonidos pueden investigarse y analizarse desde el punto de vista articulatorio o desde el punto de vista acústico.

Desde la perspectiva articulatoria, el análisis suele realizarse mediante medios instrumentales y procedimientos experimentales que proporcionan al especialista la información requerida. La palatografía estática y la electropalatografía son, a este respecto, técnicas ya bien conocidas en el campo. La primera es más antigua que la segunda, pero ambas van encaminadas a mostrar el lugar exacto de la cavidad oral en el que un sonido se articula: la palatografía estática, mediante la observación de la “huella” que el contacto de la lengua deja en un paladar artificial que el hablante se introduce en la boca cubierto con polvo oscuro; la electropalatografía, mediante la información proporcionada por los electrodos que conlleva un paladar especial que también se coloca el locutor en la boca y que son sensibles a los contactos que la lengua establece con ellos durante la articulación del sonido en cuestión.

 

 Tabla II Algunas características que oponen las consonantes a las vocales:

Más recientemente, han comenzado a emplearse otras técnicas muy prometedoras en el estudio articulatorio de los sonidos. Por ejemplo, para el análisis de la configuración anatómica precisa a la que responde cada uno de ellos se hace uso de las imágenes aportadas o bien por la resonancia magnética(MRI, véase la Figura 5 en la página 74) o bien por otras técnicas de imagen, como la ecografía; para reflejar la coordinación y la covariación de los movimientos de los distintos articuladores (lengua, mandíbula, labios, etc.) se dispone de la articulografía electromagnética (EMMA); finalmente, con la electromiografía (EMG) se puede medir el grado de corriente eléctrica producida por los músculos implicados en los diferentes movimientos articulatorios.

Tabla III  Clasificación articulatoria de las vocales en español:

 

Tabla IV Clasificación articulatoria de las consonantes del español:

 

Figura 5 Imagen de la articulación de la consonante [p] obtenida mediante resonancia magnética

[imagen reproducida de http://web.udg.edu/labfon/]

6.   El análisis acústico de los sonidos del habla

El análisis acústico de los sonidos del habla, por su parte, tiene como objetivo dar cuenta de la estructura acústica que presentan los distintos tipos de segmentos que se suceden en el decurso fónico. Según quedó dicho en el § 3, las ondas sonoras correspondientes a los sonidos del habla son ondas complejas, compuestas por otras ondas o armónicos. También se vio cómo la generación de un sonido resulta de la acción conjunta de una(s) fuente(s) y de un(os) filtro(s) o resonador(es). Teniendo todo ello en cuenta, se puede entender lo que se muestra en la Figura 6 de la página 76: en su parte superior se representa (muy simplificada e idealizadamente) el espectro del tono glotal, en el que se pueden apreciar sus ondas componentes o armónicos, con su amplitud en decibelios (dB) en el eje de ordenadas y su frecuencia en Hz en el de abcisas; y en la parte inferior se observa, en cambio, cómo la intervención de los resonadores, cuyas frecuencias de resonancia se muestran en la imagen central, ha modificado los componentes iniciales.

Al fonetista que realiza un análisis acústico le interesa, pues, comprobar cómo se distribuye la energía en cada sonido y dónde están localizadas las zonas de mayor intensidad en cada uno de ellos, qué tipo de fuente los ha generado, si el filtro que ha actuado en los distintos casos ha modificado su propia forma durante la producción del sonido en cuestión o ha permanecido invariable, dónde pueden establecerse los límites de cada segmento, qué duración alcanzan, etc. Para estudiar todos estos factores, el investigador puede llevar a cabo varios análisis complementarios: el de la forma de la onda, que nos proporcionará su oscilograma, o el espectrográfico (véase la Figura 7 en la página 77), entre otros.

En el espectrograma de la parte superior de la Figura 7, puede observarse cómo los formantes (o zonas de resonancia) presentan una distribución diferente en las tres vocales de la palabra petaca. Los espacios en blanco que aparecen entre ellas corresponden a las fases de oclusión de las consonantes intercaladas [p t k], muy apreciables también en la forma de onda de la parte inferior. En el caso del espectrograma, en el eje de ordenadas se recogen las frecuencias (en Hercios, Hz), mientras que en el de abcisas se marca el tiempo (en segundos o milisegundos). Por otro lado, en el oscilograma, en el eje de ordenadas se precisa la amplitud (esto es, la intensidad en términos perceptivos) de cada sonido, expresada en decibelios (dB), en tanto que el eje de abcisas sigue indicando el tiempo.

7.   La transcripción fonética y los alfabetos fonéticos

La transcripción fonética es la representación escrita de los sonidos que se pronuncian, y su finalidad es reflejar gráficamente los rasgos y los matices que distinguen a estos sonidos entre sí. Para llevarla a cabo los expertos disponen de diversos alfabetos fonéticos, como se explica más adelante, con los que pueden realizar transcripciones más o menos detalladas. En las del primer tipo, las denominadas transcripciones estrechas, se intenta recoger la mayor cantidad posible de información fonética, lo que en ocasiones implica incorporar a los símbolos que los alfabetos proporcionan algunos nuevos signos diacríticos especiales, destinados a reflejar las peculiaridades propias de los distintos sonidos. En las del segundo tipo, menos minuciosas y conocidas, por ello, como transcripciones amplias, solo se anotan los rasgos fónicos necesarios para diferenciar los sonidos entre sí, sin incorporar mayores precisiones.

Figura 6 El espectro glotal antes y después de que los resonadores hayan realizado su función de filtrado o de transferencia.

 

Figura 7 Espectrograma (parte superior) y oscilograma o forma de onda (parte inferior) de la palabra petaca, pronunciada por la autora

 

En puridad, la transcripción fonética, que pretende dar cuenta de la naturaleza física de los sonidos y aspira a aproximarse a ella lo más posible, conlleva un considerable grado de abstracción en sí misma, porque parte de la base de que el habla puede segmentarse en una secuencia de sonidos discretos, con límites nítidos, representados por los diferentes símbolos empleados, universalmente válidos. La realidad, por el contrario, es que los segmentos individuales no se emiten separadamente unos de otros, sino que la cadena hablada es un continuo en el que los sonidos ubicados en el interior de los fragmentos comprendidos entre pausas, es decir, en el interior de los grupos fónicos, no admiten delimitaciones claras y con frecuencia se solapan. De hecho, los segmentos adyacentes en la cadena se producen de acuerdo con pautas de coordinación de los gestos articulatorios que dan lugar al fenómeno de la coarticulación. En la palabra española por, por ejemplo, la consonante [p] se articula con un cierre absoluto del canal oral, pues, como ya se ha dicho, es una oclusiva labial. La lengua, durante esta oclusión en los labios, toma ya la posición de la articulación siguiente, la [o], de forma que el parámetro articulatorio que podría denominarse “posición de la lengua” no sirve para fijar la frontera entre la [p] y la [o]. Sin embargo, el parámetro “acción de los pliegues vocales” sí señala el límite entre estos dos sonidos,puesto que la [p] es sorda y la [o], sonora.

Con todo, a pesar de estos reparos que pueden hacérsele y que han dado lugar a no pocos debates, la transcripción fonética sigue empleándose como un método de representación válido desde el punto de vista científico, que se vincula en cierta medida con un nivel de representación situado a medio camino entre el plano de las realizaciones puramente físicas y el plano fonológico, más abstracto.

El Alfabeto Fonético Internacional (conocido como Alfabeto AFI por sus siglas en español, o como IPA Alphabet por sus siglas en inglés; disponible en la página web Full IPA Chart es el más difundido en la actualidad, tanto en trabajos de índole fonética como en estudios de carácter fonológico. Fue creado en 1889 y es revisado —a intervalos de tiempo irregulares— por la International Phonetic Association. Aunque los elementos que contiene no agotan todas las posibilidades que el aparato fonoarticulatorio humano ofrece, los sonidos más distintivos y más habituales en las lenguas del mundo sí están representados. Las consonantes aparecen separadas en dos grandes bloques, que oponen las pulmonares a las no pulmonares,y todas ellas se distinguen de otros sonidos más complejos y de las vocales, que se muestran en la parte central del cuadro. Finalmente, en su zona inferior se presentan los diacríticos más frecuentemente empleados y los signos asociados con los rasgos suprasegmentales.

La clasificación descriptiva de consonantes y vocales se realiza haciendo uso de los parámetros articulatorios de los que ya se habló en el § 3. Por ejemplo, el sonido [m] se ubica en la celda correspondiente a los sonidos bilabiales y nasales, lo que indica que pertenece a estas dos clases de segmentos; además, al ser un sonido sonoro, aparece situado en el lado derecho de la casilla, al igual que lo hacen todos los restantes elementos sonoros en sus celdas correspondientes. Los símbolos utilizados son, en su mayor parte, grafías latinas, si bien ocasionalmente se recurre al alfabeto griego, en particular cuando se pretende diferenciar dos sonidos emparentados y muy próximos acústicamente.

En el mundo hispanohablante, por otra parte, se ha venido utilizando durante muchos años el llamado Alfabeto de la Revista de Filología Española (RFE), denominado así porque fue propuesto por la RFE en 1915, basándose en el alfabeto empleado de forma general por los romanistas europeos. Este es el alfabeto que Tomás Navarro Tomás, por ejemplo, usó en su clásico Manual de pronunciación española (1918). Hoy en día, sin embargo, incluso los investigadores que desarrollan su trabajo en el ámbito hispánico prefieren manejar, en las obras de carácter fonético general, el AFI, por su alcance más universal, mientras que el alfabeto de la RFE se reserva preferentemente para los estudios relacionados con el análisis de las variedades dialectales del español.

Un investigador del Instituto Caro y Cuervo de Bogotá (Colombia), Alejandro Correa, ha realizado una muy útil tabla de equivalencias entre los símbolos de los dos alfabetos mencionados (disponible en http://www.bibliodigitalcaroycuervo.gov.co/962/). En ella aparecen también reflejados los símbolos correspondientes a un tercer alfabeto, el X-SAMPA, que es una variante extendida y perfeccionada, aplicable a cualquier lengua, del Alfabeto SAMPA (siglas correspondientes a Speech Assessment Methods Phonetic Alphabet). Este alfabeto fue desarrollado en Europa durante los años ochenta y tiene la peculiaridad de que es legible por el ordenador mediante los caracteres del código ASCII de 7 bits. Además, en dicha tabla se precisan los comandos necesarios para implementar el AFI en el programa de análisis fonético PRAAT, al que ya se hizo mención anteriormente (§ 2.2.).

Conviene insistir, antes de concluir, en que la transcripción fonética no es, en todo caso, más que un medio del que se sirve el fonetista para realizar su trabajo. En consecuencia, es bastante habitual que los distintos autores introduzcan convencionalmente en sus trabajos ciertos símbolos nuevos —o ciertas modificaciones en los ya existentes— que les son necesarios para realizarlos. El único requisito al que se deben atener para sentirse totalmente libres de hacerlo consiste en precisar muy claramente al lector el sentido último de sus innovaciones.


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Lecturas complementarias

     Introducciones generales a la fonética

Clark, J., Yallop, C. y Fletcher, J. (2007).  An introduction to phonetics and phonology. Oxford: Blackwell.

Ladefoged, P. y Johnson, K. (2010). A course in phonetics and phonology. Boston: Wadsworth Cengage Learning.

Laver, J. (1994). Principles of phonetics. Cambridge: Cambridge University Press.

     Introducciones generales a la fonética del español

Gil, J. (2007). Fonética para profesores de español: de la teoría a la práctica. Madrid: Arco Libros.

Martínez Celdrán, E. y Fernández Planas, A. M. (2007). Manual de fonética española. Barcelona: Ariel.

Navarro Tomás, T. (1918). Manual de pronunciación española. Madrid: CSIC.

     Sobre la trascripción fonética

Face, T. L. (2008). Guide to the phonetic symbols of Spanish. Somerville, MA: Cascadilla Press.

International Phonetic Association (1999). Handbook of the International Phonetic Association. A guide to the use of the International Phonetic Alphabet. Cambridge: Cambridge University Press.

Pullum G. K. y Ladusaw, W. A. (1986). Phonetic symbol guide. Chicago: The University of Chicago Press.

     Fonética articulatoria

Catford, J. C. (1988). A practical introduction to phonetics. Gloucester: Clarendon Press.

Fletcher, S. G. (1992). Articulation. A physiological approach. San Diego: Singular Publishing Group.

     Fonética acústica

Kent, R. D. y Read, Ch. (2002). Acoustic analysis of speech. Nueva York: Delmar Thomson Learning.

Quilis, A. (1981). Fonética acústica de la lengua española. Madrid: Gredos.

     Fonética perceptiva

Johnson, K. (2003). Acoustic and auditory phonetics. Oxford: Blackwell.

     Metodología de la investigación en fonética

Llisterri, J. (1991). Introducción a la fonética: el método experimental. Barcelona: Anthropos.

     Universales fonéticos

Maddieson, I. (2006). In search of universals. En Mairal, R. y Gil, J. (eds.) Linguistic universals. Cambridge: Cambridge University Press, pp. 80-100.

Entradas relacionadas

acento; consonantes; entonación; fonología; vocales

Ficha de la lectura:

Gil, J. (2016). Fonética. En Enciclopedia de lingüística hispánica, ed. Javier Gutiérrez-Rexach, Tomo 1. Nueva York: Routledge.

 


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Ejercicio A:

1- Observa el esquema anterior y explica, con tus propias palabras, el proceso que tienes que realizar en tu cerebro, antes de articular palabras.

2- Explica después el proceso que te permite escuchar lo que otros dicen.

3- ¿Has pensado alguna vez cómo llega tu voz a otras personas?

4- ¿Cómo puedes escuchar la radio? ¿Cómo sintonizas las estaciones? ¿Por qué 96.1 corresponde a la estación de Radio UNAM?

 


Ejercicio B:

Escucha con atención la presentación del volumen de Fonética y fonología, publicado por la Real Academia de la Lengua Española.

Video original tomado de aquí


Ejercicio C:

Lee la siguiente frase acoplando la velocidad de la tortuga y de la libre a la velocidad y duración de tu lectura:

La tortuga caminaba lentamente cuando rápido, rápido llegó a saludarla la liebre.

 


Ejercicio D:

Lee cuatro veces, y siguiendo las instrucciones, el poema titulado No Es Una Desgracia Abrir los Ojos de Rubén Bonifaz Nuño:

Primera lectura: Lee, en voz alta, el poema lo más rápido que puedas tomando el tiempo que empleaste para hacerlo. Registra los minutos y segundos empleados. Escribe a continuación tu tiempo:

Segunda lectura: Vuelve a leer el poema en voz alta. En esta ocasión señala con color alguna palabra o frase en la que te hayas equivocado al leer. ¿Habrás detenido tu lectura o confundido la palabra debido a que no la conoces o comprendes?

Tercera lectura: Lee el poema marcando con una diagonal [/] los espacios donde debes hacer una pausa o te gustaría hacer una pausa.

Cuarta lectura: Vuelve a leer el poema en voz alta siguiendo las pausas que señalaste y con la entonación que quieras darle a la lectura del texto.

Si tienes ocasión, solicítale a algún amigo que te lea el mismo poema y reflexiona sobre las variaciones de su lectura.

Ahora, escucha el poema:

Video original tomado de aquí


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